
Los dos meses de tregua en Gaza terminaron violentamente con una ofensiva de Israel en el territorio palestino y Líbano que el primer ministro Netanyahu justificó para forzar la liberación de más rehenes en poder de Hamás pero que sus críticos consideran un maniobra calculada de supervivencia política, con apoyo de EEUU.
La reanudación de violentos bombardeos y una ofensiva terrestre de Israel en Gaza y Líbano rompió dos meses de tregua e intercambio de rehenes y presos, reabrió las puertas del horror con más de 500 muertos, activó la respuesta de Hamás y Hezbollah con misiles y aleja aún más la meta de estabilizar Medio Oriente.
La tregua había puesto fin a 15 meses de conflicto que desató la incursión desde Gaza del grupo islamista armado Hamás en ciudades vecinas de Israel el 7 de octubre de 2023, cuando asesinó a unas 1.200 personas y retuvo a 251.
Tras esa invasión, Israel respondió con masivos ataques a Gaza por aire y tierra que dejaron 50 mil muertos (10 mil niños), devastaron la infraestructura básica y desplazaron en el territorio a los 2,2 millones de gazatíes presos de un desastre humanitario.
En enero pasado, con el presidente Donald J. Trump instalado en la Casa Blanca por segunda vez y seguro de imponer sus condiciones para resolver a la vez los conflictos de Ucrania y Gaza, logró una tregua Israel-Hamás con participación de Egipto y Qatar, con intercambio de rehenes, cuerpos de fallecidos y de prisioneros.
En marzo ya se había cumplido la primera de las tres fases del cese del fuego gestionado desde Washington en el final de la Administración Biden y el comienzo de la Administración Trump, y aceptado por las dos partes.
Simultáneamente, EEUU abrió negociaciones con Rusia y Ucrania facilitadas por Arabia Saudita, otro gran actor de Medio Oriente, y hasta coqueteó con Irán por la cuestión nuclear (“Preferiría un acuerdo antes que tener que bombardearlos”).
El régimen iráni de Teherán ha sido clave para sostener a Hamás y Moscú lo ha respaldado políticamente. Una distensión de Washington con ambas capitales puede debilitar ese apoyo al grupo armado islamista y aislarlo. La coalición ultraderechista que gobierna Israel tomó nota y rompió la tregua.
“A partir de ahora, las negociaciones sólo se llevarán a cabo bajo fuego”, dijo el primer ministro Benjamin Netanyahu, quien gobierna con una coalición de grupos judíos ortodoxos y ultraderechistas que rechazan toda concesión en Gaza. “Esto es solo el principio”, advirtió, y recibió pronto el “pleno apoyo” de Trump.
El 22 de marzo, Israel bombardeó también objetivos del movimiento islamista chíta pro iraní Hezbollah en el sur de Líbano, "decenas de blancos terroristas" en el país vecino desde donde el grupo había disparado tres cohetes a suelo israelí.
En su presión por liberar más rehenes, Israel aseguró que se prepara para tomar más territorio en Gaza e intensificar los ataques por aire, mar y tierra. “Cuanto más persista Hamás en su negativa, más territorio perderá”, dijo Tel Aviv, que ya imagina un futuro del parte o todo el territorio sin gazatíes (como insinuó Trump), bajo control absoluto israelí, anexado y despejado para colonos judíos. El gobierno ya creó una “Oficina de Emigración Voluntaria” que ayude a vaciar Gaza de palestinos.
El ministro de Defensa, israelí, Katz, instruyó al Ejército a tomar más zonas de Gaza, evacuar a su población y ampliar las zonas de seguridad alrededor de Gaza “para proteger a las comunidades israelíes”. “Cuanto más persista Hamás en su negativa a liberar a los rehenes, más territorio perderá, que anexionará Israel”, dijo.
Pero Hamás reiteró esta semana que cualquier acuerdo para liberar a más rehenes tendría que conducir a un final permanente de la guerra y no sólo una nueva tregua.
La situación en Medio Oriente, al final, se complicó. La Liga Árabe pidió interrumpir la cooperación militar y económica con Israel que varios países establecieron en los Acuerdos de Abraham, negociados por Estados Unidos, en virtud de los cuales normalizaron sus relaciones con Tel Aviv en 2020.
Y lo que parecía un principio de distensión con Irán, terminó en amenazas cruzadas de EEUU -por el apoyo de Teherán a los Houthies de Yemen que lanzan misiles en el Golfo Pérsico a buques israelíes- y del régimen iraní reafirmando que por las buenas o las malas conseguirá tener su propio armamento nuclear.
Argumentos

La primera fase de la tregua en Gaza había expirado a principios de marzo, pero se mantenía mientras los diplomáticos trabajaban para negociar una segunda y tercera etapa que liberara a los 59 rehenes israelíes supervivientes y pusiera fin a la guerra. Israel y EEUU propusieron un acuerdo parcial que el original no contemplaba.
Netanyahu atribuye el fin de este cese del fuego “asimétrico” a una "reiterada negativa" de Hamás a liberar a los 59 rehenes aún cautivos desde 2023 y a entregar cuerpos de los que ya murieron, que pueden ser hasta la mitad de ese total.
Vecinos árabes como Jordania y Egipto temen que el conflicto se extienda y ponga en peligro su estabilidad. A ello han contribuido, además, los islamistas Houthis de Yemen -considerados por EEUU e Israel como miembros del “eje de resistencia” de Irán- quienes reanudaron sus ataques con misiles a Israel en solidaridad con Gaza.
La Administración Trump, que había valorado la tregua en Gaza, avaló ahora la nueva ofensiva de Israel e inició por su cuenta un ataque a los Houthis que atacan buques de Israel en el Golfo Pérsico desde Yemen en solidaridad con Hamás.
En cambio, Egipto y Qatar buscan gestionar un nuevo alto al fuego en Gaza y organizar reuniones rápidas en El Cairo para entrar en una siguiente fase e intercambiar el resto de rehenes y prisioneros para lograr la paz.
Hamás, debilitado, asegura que el grupo sigue en contacto con los mediadores estadounidenses, egipcios, cataríes a pesar de la reanudación de la ofensiva israelí y que estaba interesado en completar la aplicación del acuerdo original de tregua.
Política y cálculo

El enviado especial de Trump a Medio Oriente, Steve Witkoff (foto), propuso a Hamás un acuerdo de transición que permitiría la liberación de cinco rehenes vivos, incluido el estadounidense-israelí Edan Alexander, y extender la primera fase del alto al fuego. Pero dijo luego que la respuesta de Hamás fue “inaceptable”.
Hamás dice que nunca rechazó la propuesta de Witkoff, que “la había considerado positivamente” y que “seguirá siendo flexible y positiva con los mediadores”, pero no aceptará ninguna propuesta que se desvíe de los términos originales del acuerdo de alto al fuego, que debía haber entrado en su segunda fase a principios de este mes.
La segunda fase preveía que Israel se retirara de Gaza y aceptara poner fin a la guerra de forma permanente a cambio de la liberación de los rehenes vivos. Sin embargo, Netanyahu insiste en que Israel pondrá fin a la guerra solo cuando se hayan destruido las capacidades de gobierno y militares de Hamás.
En la nueva ofensiva, murieron el jefe del gobierno de facto de Hamás, Essam Addalees, y el jefe de seguridad interna, Mahmoud Abu Watfa. Pero fuentes occidentales explican que, con su arsenal diezmado, su aparato de inteligencia desarticulado y en medio del caos, Hamás ha seguido celebrando reuniones, nombrando funcionarios, pagando salarios y negociando la ayuda humanitaria.
“Hamás sigue gobernando el territorio y la población y hace todo lo posible por reconstituirse militarmente”, argumenta Kobi Michael, del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel y del Instituto Misgav.
Dos lógicas

Bajo la presión de sus aliados de extrema derecha, que plantean directamente la expulsión de todos los palestinos de Gaza, como insinuó el propio Trump, el primer ministro trató de imponer una “Fase 1 ‘plus’”: Hamás liberaría a los rehenes israelíes a cambio de la prolongación del alto al fuego durante varias semanas, pero sin el compromiso israelí de retirarse de Gaza o poner fin a la guerra.
Para presionar a Hamás, Israel cortó el suministro eléctrico y de ayuda a la asediada población de Gaza, lo que viola tanto los términos del alto al fuego como el derecho humanitario internacional.
Cuando Israel se negó a discutir los términos de la segunda fase, que debía comenzar el 3 de febrero, denunció que era Hamás el que rechazaba las propuestas de sus enviados a Doha y El Cairo tras “semanas en las que no recibimos rehenes”.
Pero según el analista Ezequiel Kopel, fue Israel el que incumplió el acuerdo con Hamás al no retirarse de la frontera con Egipto, que había firmado y que establecía que sólo después de ese repliegue Hamás debería hacer su parte.
“La lógica utilizada por Netanyahu para matar civiles diciendo que la culpa es del otro es la misma empleada por Hamás para la masacre del 7 de octubre: me obligaron a hacerlo. La diferencia es que Israel pretende ser un estado de derecho y no está ocupada desde hace 58 años”, afirma Kopel.
Al Fatah -el grupo palestino que administra Cisjordania- pidió a Hamás que renuncie al poder para "proteger la presencia palestina" en Gaza, “porque la próxima batalla será sobre el fin de la presencia palestina allí". Un vocero de Hamás respondió: "No tenemos ninguna ambición de gobernar Gaza, y lo que nos preocupa es un consenso nacional, y estamos comprometidos con sus resultados", aseguró.
Aliados ultra

El ministro de Finanzas, el ultraderechista Bezalel Smotrich (foto), de Partido Sionista Religioso, había amenazado con abandonar la coalición si Netanyahu -que lleva 15 años en el poder casi sin interrupciones- aprobaba avanzar a la Fase 2 en lugar de reiniciar la ofensiva contra Hamás.
Los partidos de la oposición prometieron apoyar a Netanyahu en cualquier acuerdo que permita el regreso de los rehenes, pero apostó a mantener una coalición de mayoría inestable y la situación puede terminar todavía en elecciones anticipadas.
Unos 50 mil israelíes salieron a protestar en las calles de Tel Aviv por el fin de la tregua y en demanda de un nuevo acuerdo que no ponga en riesgo a los rehenes.
Pero Netanyahu se aseguró la continuidad del apoyo clave de Smotrich. Tras los ataques, el líder israelí recuperó además como ministro de Seguridad a otro aliado de extrema derecha, Itamar Ben-Gvir, un defensor a ultranza de los colonos judíos israelíes en Cisjordania (Palestina) cuyo partido Otsmá Yehudit (Poder Judío), se había retirado en enero debido al alto al fuego.
Los críticos del primer ministro, desde la oposición y las familias de los rehenes, acusan al primer ministro de privilegiar sus intereses políticos. Varias familias de rehenes criticaron públicamente la reanudación de la ofensiva en Gaza y temen que empeore las condiciones de los suyos y dificulte su liberación.
Rehenes y niños

Hamás retiene en Gaza a 59 rehenes, de los cuales 58 fueron secuestrados durante la violenta incursión de 2023. Entre ellos se incluyen los cadáveres de al menos 35 muertos confirmados por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Desde el 19 de enero al 1 de marzo, el grupo islamista liberó a 30 rehenes -20 civiles israelíes, cinco soldados y cinco ciudadanos tailandeses- y los cadáveres de ocho cautivos israelíes asesinados durante un alto al fuego que comenzó en enero.
Hamás había liberado previamente a 105 civiles durante una tregua de una semana a finales de noviembre de 2023, y antes a cuatro rehenes en las primeras semanas de la guerra. A cambio, Israel dejó en libertad a unos 2.000 palestinos encarcelados, presos por razones de seguridad y sospechosos de terrorismo.
Ocho rehenes fueron rescatados vivos de su cautiverio por las tropas y se han recuperado los cadáveres de 41, entre ellos tres muertos por error por el Ejército israelí cuando intentaban escapar de sus captores, y el cuerpo de un soldado muerto en 2014.
El cuerpo de otro soldado asesinado en 2014, el teniente Hadar Goldin, sigue en manos de Hamás y se cuenta entre los 59 rehenes.
