La nueva escalada de la guerra comercial que tiene en vilo a las economías desarrolladas y emergentes tiñe de preocupación la preparación de la Cumbre del Grupo de los 20 (G20) que deliberará en junio en Osaka (Japón) y que calienta motores con reuniones previas como las del T20 (Think Tanks 20), de la que participarán tres instituciones de Argentina: CARI, CIPPEC y Fundación Embajada abierta.
Si la Cumbre del G20 2018 en Buenos Aires fue el escenario que permitió a Estados Unidos y China acordar una tregua, esta renovada guerra comercial pondrá a prueba, como nunca desde su nacimiento durante la crisis financiera de 2008, la capacidad de este foro de asegurar acuerdos mínimos de estabilidad y gobernanza global.
La situación se complicó a tal punto que, si bien el presidente Donald J. Trump aplazó seis meses una temeraria suba de 25% de los aranceles a la importación de vehículos, hasta el anfitrión del G20, Japón, principal aliado de Estados Unidos en Asia, se ve amenazado por la ofensiva restauradora desatada por Washington para disputarle a China el liderazgo tecnológico de la economía digital del Siglo XXI.
El G20 ostenta una relevancia sistémica tal que, aun sin gozar de la representatividad de la ONU, le ha permitido ampliar su agenda a cuestiones como el cambio climático, la energía, el terrorismo y la crisis migratoria.
En Japón, por iniciativa de la presidencia nipona, el G20 considerará además asuntos profundamente relacionados con el futuro de la economía mundial, como el vertido de plásticos a los océanos, la infraestructura sanitaria, el envejecimiento de las sociedades desarrolladas y, transversalmente, la desigualdad que caracteriza la actual etapa del capitalismo globalizado, sin importar los sistemas políticos.
Los países emergentes podremos sacar conclusiones prácticas sobre la vía japonesa para la globalización: sin disminuir su capacidad para competir en una Cuarta Revolución industrial, el Estado se propone equiparar el esfuerzo colectivo para producir con el bienestar social -y no sólo tecnológico- de cada ciudadano.
Al cabo de una década, el G20 ha contribuido a recuperar la estabilidad económica y financiera global perdida en la crisis de 2008-2009, pero el mundo ha emergido con sociedades más desiguales que ahora afrontan, adicionalmente, el impacto de de una guerra comercial en la que una primera potencia con ánimo restaurador y otra gigante en ascenso dirimen una nueva hegemonía global.
Los think tanks argentinos llegamos a participar de la cumbre de Osaka conscientes de que en esta mesa de intereses que es el G20 los debates de fondo pueden perder protagonismo frente a las negociaciones diplomáticas más crudas, pero también dispuestos a seguir incidiendo en la adopción real de políticas que traigan desarrollo sustentable a las sociedades, y no solo pura estabilidad a los mercados.
Publicado por Jorge Argüello el 30/05/2019, en CLARIN