El presidente Emmanuel Macron y Marine Le Pen reeditarán este 24 de abril el ballottage de 2017 pero en un escenario muy distinto, que evaporó al bipartidismo tradicional francés, radicalizó posiciones y pone a la dirigente de extrema derecha más cerca del poder que nunca, con la abstención jugando un papel determinante.
El “socioliberal” Emmanuel Macron (La República En Marcha) ganó la primera vuelta de los comicios presidenciales (27,8%) pero sus planes de reelección se verán desafiados este 24 de abril, como en 2017, por la ultraderechista Marine Le Pen (23,1%, Reagrupación Nacional), y esta vez con muchas más posibilidades, en un clima político en el que la abstención y el descontento social jugarán un rol tan determinante como el rechazo al ascenso del nacionalismo xenófobo.
Varios factores contribuyen a la reedición de duelo Macron-Le Pen: el desgaste de cinco años de presidencia; el malestar económico acentuado por la pandemia y la guerra; la radicalización de una izquierda que será árbitro; el descontento con las elites políticas (26,3% se ausentó en primera vuelta), que los analistas traducen como una “fatiga democrática", y el avance de otros nacionalismos europeos, entre otros.
El nuevo panorama político de Francia terminará de configurarse el 12 y 19 de junio, cuando se elijan los 577 diputados de la Asamblea Nacional de la XVI Legislatura de la V República. Sin embargo, la elección de Macron o Le Pen como jefe/a de Estado de la sexta economía mundial para los próximos cinco años -y el margen por el que lo logren- será un primer indicio que puede impactar a corto plazo a nivel europeo y global.
Aquí resumimos algunas de las claves que nos ayudan a entender el contexto en el que los franceses elegirán su nuevo presidente hasta 2027:
Nuevo mapa político: la primera vuelta decretó la cuasi extinción de las fuerzas moderadas conservadoras y socialdemócratas que dominaron desde los 70: socialismo (1,7%), comunistas (2,2%), conservadores neo gaullistas (4,7%) y verdes (4,6%). Sus votos fueron absorbidos por Macron -del centro a la derecha, en apoyo a un programa económico más liberal- y por Jean Luc Melenchon (21%, Francia Insumisa), quien concentró el voto de izquierda y arañó el segundo lugar.
El viejo bipartidismo conservador-socialista -que espejaba también dos clases sociales- mutó en tres polos: uno liberal, centrista y europeísta (Macron); otro ultranacionalista e identitario (Le Pen-Zemmour); y el último de izquierda neto. Es un escenario nuevo donde, a su vez, puede haber elites de izquierda y base obrera de derechas. Por ahora, Macron no termina de consolidar un nuevo gran partido francés nacido de las cenizas de fuerzas conservadoras y socialdemócratas. Deberá atraer a una parte del 57% que el 10 de abril votó a nacionalistas e izquierdistas.
En palabras del analista Jérôme Fourquet, experto en elecciones: "Hay dos bloques sociológicos y culturales. La división entre la Francia de arriba y la de abajo sigue aumentando de potencia en lugar de la vieja división entre derecha e izquierda”.
Sin embargo, esto vale sólo para elecciones presidenciales: en los últimos comicios regionales de 2021 ni Macron ni Le Pen consiguieron representantes. Las fuerzas tradicionales pueden mantener esa presencia histórica en las legislativas de mayo.
. Avance nacionalista: este último ascenso de Le Pen se asocia con una agenda centrada en el malestar económico y social de los franceses en la actual crisis, pero también con la moderación de algunas de sus propuestas xenófobas y antieuropeas heredadas de su padre, Jean Marie Le Pen. Sin embargo, el fortalecido nacionalismo radical se abrió camino por nuevos canales, las candidaturas de Eric Zemmour (7,1%) y de Nicolas Dupont-Aignan (2,1%).
La suma de los nacionalistas en primera vuelta equivale a todo lo que había conseguido Le Pen en la segunda vuelta de 2017 (33,9%). Jean Marie Le Pen había pasado al ballottage de 2002 -ante el conservador Jacques Chirac (82,2%)- con 16,8% en primera vuelta y en la segunda apenas saltó a 17,8%. Los sondeos previos sitúan ahora a su hija frente a Macron por encima del 45% de respaldo.
. Frente republicano. Macron quiere recrear ese “cordón sanitario” electoral que impulsó en 2017 para frenar desde las fuerzas moderadas y progresistas la tan temida llegada de Le Pen al Elíseo. Socialistas, comunistas, verdes y neo gaullistas ya pidieron el voto a Macron (Melenchon matizó: no darle “ni un solo voto a Le Pen, sin apoyar la reelección del presidente). Los analistas siguen viendo esta coalición de facto como un muro difícil de franquear por Le Pen, también porque parte de la izquierda que se volcó a Melenchon para confrontar con el “centrismo” de Macron optará por apoyarlo o abstenerse antes que apoyar a la extrema derecha.
. Los candidatos. El ballottage pone frente a frente a dos políticos que fueron capaces de construir una nueva alternativa política: uno consiguió llegar a la presidencia a la primera (Macron), la otra, la persigue desde 2012. Los franceses también darán su veredicto sobre esas trayectorias.
Le Pen, de 53 años, pasó de ser una líder “antisistema” obsesionada con la inmigración árabe-islámica a sumar un costado social más amplio a su agenda y erigirse en la defensora de los postergados por la globalización económica, la revolución tecnológica y las elites progresistas que simboliza para muchos Macron. En primera vuelta, la votaron un tercio de los empleados y obreros, además del 30% de los desempleados, según encuestas post voto.
El presidente, de 44 años, se ofreció como salida moderada y moderna ante el avance de la ultraderecha en 2017, pero tras las protestas sociales encabezadas por los chalecos amarillos en 2019 gira ahora hacia un liberalismo más ortodoxo e impulsa unas fuerzas armadas de la UE antes de la invasión rusa de Ucrania, sin romper la imagen de tecnócrata distante y hasta desconectado de la realidad social que predomina, sobre todo, entre los más jóvenes.
. Voto urbano y rural. Las pequeñas poblaciones de Francia siguen expresando descontento con los impactos de sucesivas crisis de la Unión Europea que hoy preside Macron y de las duras exigencias que les impone la globalización para la supervivencia de sus pequeños ecosistemas económicos, tecnológicos y culturales.
Le Pen fue la más votada en 20.484 pueblos, contra 11.788 de Macron y 2.970 de Melenchon. En cambio, quedó postergada por un voto de izquierda y centrista en las ciudades medianas y grandes. Está por verse el rédito final para Macron de levantar la bandera del europeísmo y de los valores globales que dejó Angela Merkel.
. La guerra. Apenas se retomó la campaña, Macron reconoció que como presidente de turno de la UE había dedicado mucho tiempo a gestionar una paz en Ucrania que nunca llegó, pese a sus innumerables contactos con Moscú y Kiev, y que lo dejaron fuera de los debates proselitistas para la primera vuelta por decisión propia e influyeron en los resultados.
A su vez, parecen haber influido poco las conocidas simpatías de Le Pen por Putin y los aportes económicos que supo recibir de bancos rusos años atrás. Finalmente, Le Pen, Melenchon e incluso Zemmour condenaron la invasión rusa. En resumen, lo que definirá el ballottage será la agenda económica y social interna: a qué edad jubilarse 60, 62 o 65), cómo distribuir la asistencia social o un aumento del salario básico (aumentó 2,65% por un ajuste automático justo en vísperas de este ballottage), cuando el PIB creció 7% en 2021 y el desempleo cayó al 7,4%.
Clivajes decisivos. Cruzados los votos de la primera vuelta por diferencias ideológicas en lo económico, social y cultural, de extremo a extremo, de izquierda a derecha, los analistas identifican una división básica entre quienes se inclinen por Macron o por Le Pen, basada en: qué quieren en materia de inmigración, cuánto valoran la democracia liberal, qué esperan del capitalismo neoliberal y qué límites pondrían al poder de Bruselas.
Pero debe añadirse a ello un clivaje clave, la edad: la oposición a Macron se llevó más votos entre adultos jóvenes (Le Pen) y jóvenes (Melenchon), mientras el presidente dominó entre los mayores de 65 años. Y entre los jóvenes de 18 a 34 años, la abstención en primera vuelta llegó a casi la mitad (42-46%). De cómo ese apoyo se reconfigure el 24 de abril puede depender la suerte del presidente.
. El Parlamento. Dos meses después de elegir presidente, los franceses tendrán que volver a las urnas para renovar totalmente la Asamblea Nacional (577 bancas), que elige al primer ministro y que puede ser de signo diferente al del jefe del Estado, en una “cohabitación” ya experimentada por conservadores y socialistas a lo largo de la actual V República. La nueva conformación de esta tercera pata del sistema político francés -una república semipresidencial con jefe del Estado (presidente) y primer ministro- condicionará el segundo mandato de Macron (que gobernó con cómoda mayoría durante los últimos cinco años), o una presidencia de Le Pen.
Actualmente, La República En Marcha (267) de Macron y sus aliados del Movimiento Democrático (57) controlan el Parlamento, con la oposición liderada por los conservadores Republicanos (101), el Partido Socialista (28), el bloque izquierdista de Francia Insumisa (17) de Melenchon. En cambio, las huestes de Le Pen casi no tienen representación: en 2017 obtuvieron sólo 8 bancas aunque obtuvo el 13% de los votos, porque el ballotage también se aplica a las legislativas y relega a las minorías, un escenario que difícilmente cambie de manera radical dentro de dos meses.
Publicado el 20/04/2022