En plena pandemia, los Estados volvieron a dedicar más de sus estresados presupuestos a los gastos en defensa, en particular grandes potencias que habían pactado mecanismos de desarme pero hoy protagonizan en el Este de Europa una de las mayores crisis de seguridad desde el final de la Guerra Fría.
El mismo año en que el mundo descubrió el término COVID, se aisló masivamente y vio frenarse la economía mientras libraba una carrera contrarreloj por encontrar vacunas para contener la pandemia, las principales potencias siguieron elevando sus gastos en armas y defensa en general, hasta los dos billones de dólares..
En 2020, el último año con estadísticas disponibles, el presupuesto global de defensa aumentó hasta los 1,98 billones de dólares, 2,6% más que el último año pre pandemia, motorizado principalmente por Estados Unidos, China, India, Rusia y el Reino Unido, que concentraron más del 60% del gasto en el ámbito mundial.
“Podemos decir con bastante certeza que la pandemia no tuvo un impacto significativo en el gasto militar mundial de 2020”, afirmó Diego Lopes da Silva, investigador del Programa de Armas y Gasto Militar del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI).
El estudio del SIPRI no descarta que la energía puesta en impulsar la recuperación de las economías centrales y emergentes más importantes durante 2021 ese nivel de inversiones en armas y defensa haya bajado relativamente.
El promedio del gasto militar respecto del PIB global alcanzó en 2020 el 2,4%, frente al 2,2% de 2019, lo que supone el mayor aumento interanual desde la gran crisis financiera de 2008, según el SIPRI. Una parte de ello fue comercializado en los conflictos de Afganistán, Yemen, Myanmar, Siria, Palestina, Irak y Etiopía.
Una constante
En 2019, los gastos militares a nivel global ya se habían incrementado, un 4% respecto de 2018, lo que ya había supuesto su salto más alto en una década, en un contexto de gran debilidad del multilateralismo y de creciente tensión bipolar entre China y Estados Unidos, bajo la Administración Trump (2017-2021), según datos del
Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), de Reino Unido.
La evaluación del IISS entonces fue que los gastos en defensa habían aumentado con la salida de las economías de la crisis financiera de 2008 y una mayor percepción de amenazas de parte de los Estados. También atribuía influencia al ascenso de China, a la primera crisis en Ucrania (2014) y la situación en Libia.
Por entonces, había caído el tratado sobre las fuerzas nucleares de mediano alcance (500 a 5.500 km) en 2019 y se renegociaba el tratado New Start sobre armamentos nucleares intercontinentales, finalmente extendido por los presidentes Joe Biden y Vladimir Putin hasta 2026. Mientras tanto, se desarrollaron nuevas armas, como misiles supersónicos “indetectables” y submarinos sin tripulación.
En 2019, los dos países con los presupuestos militares más grandes del mundo, Estados Unidos (685.000 millones de dólares) y China (181.000 millones) aumentaron su gasto en defensa por encima de la media mundial: 6,6%. Detrás, aparecieron Arabia Saudita (3º), Rusia (4º), India (5º), Reino Unido (6º), y delante de Francia (8º), Japón (9º) y Alemania (10º). Estos diez presupuestos militares combinados suponen las tres cuartas partes del gasto militar global.
Vacunas y misiles
Chile y Corea del Sur fueron, en 2020, de los pocos Estados que reasignaron parte de sus fondos de defensa a los planes de lucha contra la propagación del COVID-19, según el SIPRI. Otros gastaron menos de lo que tenían en su presupuesto inicial para ese año, como Brasil y Rusia.
Estados Unidos sigue siendo el país que más invierte en todo tipo de armas y sistemas de defensa en todo el mundo y con la llegada del republicano Donald J. Trumpa a la Casa Blanca las partidas se hicieron más gruesas. En 2020, su sucesor demócrata, Joseph Biden, destinó 778.000 millones de dólares, un 4,4% más respecto de 2019, lo que representa ya el 39% del gasto militar global. Washington prevé un aumento del presupuesto de defensa de 770.000 millones de dólares para el próximo año fiscal.
China, con un gasto de 252.000 millones de dólares, 1,9% más que en 2019 y 76% más durante la última década, completó un cuarto de siglo consecutivo de aumento de sus desembolsos, que le permitieron modernizar sus armas y sus sistemas hasta equipararse con otras potencias tradicionales.
Solo estas dos superpotencias combinadas representaron el 52% del gasto militar global en 2020. El gasto militar chino fue un tercio del estadounidense; y Washington siguió superando el presupuesto combinado de los once países que le siguen en el ranking mundial.
En volumen invertido, detrás van India, con 72.900 millones de dólares (2,1%); Rusia, con 61.700 millones (2,5%) y Reino Unido, con 59.200 millones (2,9%). Al completar la serie con Arabia Saudita, Alemania, Francia, Japón y Corea del Sur el balance es claro: todos los países con mayor gasto militar pertenecen al Hemisferio Norte, y son miembros del G-20.
En la OTAN, mucho antes de que se creara la gran tensión con Rusia por la eventual incorporación de Ucrania a la alianza transatlántica, la recomendación a sus miembros fue la de elevar el gasto, de tal modo que varios de los países superaron el 2% de aumento en 2020 (Francia, por primera vez en una década).
En el Indo-Pacífico, todas las quince potencias militares aumentaron su gasto militar a excepción de Pakistán. Detrás de Beijing y Nueva Delhi, el podio lo completaron Japón (49.100 millones de dólares), Corea del Sur (45.700 millones de dólares) y Australia (27.500 millones de dólares).
En Sudamérica, en cambio, uno de los peores escenarios de la pandemia en términos sanitarios, económicos, laborales y sociales, el gasto militar en 2020 cayó 2,1%, influído según el SIPRI por el -3,1% de Brasil, la principal potencia militar de la región, que gastó el 88% de lo que tenía previsto. Hacia el Norte, México (33 en el mundo) mantuvo su nivel de gastos, con 6.100 millones de dólares.
En África subsahariana (más 3,4%) y el Sahel el aumento del gasto reflejó los extendidos conflictos armados, con participación de grupos yihadistas pero también por crisis políticas internas. Nigeria (más 29%) y Uganda fueron otros casos notorios (más 46%), en un continente que añadió recientemente la guerra civil en Etiopía, los ataques extremistas en Yemen y un golpe de Estado en Burkina Faso.
Todavía en pandemia, once países destinaron más del 4% de su PIB al presupuesto militar: Omán (11%), Arabia Saudita (8,4%), Argelia (6,7%), Kuwait (6,5%), Israel (5,6%), Azerbaiján (5,4%), Jordania (5%), Armenia (4,9%), Marruecos (4,3%) y Rusia (4.3%). Todos ellos menos la Federación Rusa pertenecen al Gran Oriente Medio.
Los actores privados acompañan la tendencia estatal: según el SIPRI, las ventas de armas y equipamiento militar de las 100 principales compañías fueron en 2020 un 17% mayores que en 2015. Así el primer año de la pandemia del COVID-19 fue el sexto de crecimiento interanual para las empresas bélicas y contratistas privados, a pesar de que el PIB global cayera un 3,1%.
Publicado el 23/02/2022