La Unión Económica Euroasiática es un ambicioso proyecto de integración impulsado por Rusia, que busca consolidar un bloque económico que haga de bisagra entre la Unión Europea y China y, a la vez, proteja los intereses de seguridad rusos frente a la diplomacia de Washington, Bruselas y Beijing.
En 2020, se celebra el quinto aniversario de la Unión Económica Euroasiática (UEEA), una idea de integración que nació hace un cuarto siglo y que hoy conforma un gran mercado de 1,9 billones de dólares, incluye a 184 millones de personas y abarca el 14% de la superficie del planeta. El Tratado constitutivo de la UEEA se firmó el 29 de mayo de 2014 y entró en vigor al año siguiente.
La necesidad de construir relaciones armoniosas y mutuamente beneficiosas entre las antiguas repúblicas soviéticas fue evidente inmediatamente después de la disolución de la Unión Soviética en 1991. Con el final de la Guerra Fría, estos países con un pasado histórico, económico y cultural compartido tuvieron que decidir cómo continuar sus relaciones, ahora sin la federación que los había contenido desde Moscú.
Por primera vez, la idea de crear un proyecto de integración euroasiática fue expresada por el primer presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, durante su discurso en la Universidad Estatal de Moscú en 1994: “Existe la necesidad de pasar a un nivel cualitativamente nuevo de relaciones entre nuestros países sobre la base de una nueva asociación interestatal formada sobre los principios de voluntariado e igualdad. La Unión Euroasiática podría convertirse en ello".
Sin embargo, no todas las repúblicas de la antigua Unión Soviética apoyaron esta idea desde el principio. Muchas que acababan de obtener su independencia y se enfrentaron a todas las dificultades del proceso de construcción del Estado y la reactivación del nacionalismo estaban lejos de la idea de un acercamiento. Además, muchas voces escépticas que creían que el nuevo proyecto era un intento de revivir a la URSS.
Sin embargo, con los años ese escepticismo fue cediendo hacia un enfoque más racional. En el contexto de la euforia de la integración en Europa y otras partes del mundo, iniciativas propias similares comenzaron a lanzarse en el extenso espacio postsoviético. A partir de 1995, Rusia, Belarús y Kazajstán se dispusieron a trabajar en la creación de un proyecto de integración fundamentalmente nuevo: la Unión Económica Euroasiática.
El camino desde la idea hasta la implementación tomó poco más de dos décadas y de ninguna manera fue fácil. Tras estudiar cuidadosamente los mejores aspectos de la experiencia de integración europea, los países de la troika euroasiática emprendieron sucesivamente todas las etapas de la construcción de la integración: una zona de libre comercio, una unión aduanera y un espacio económico único.
Más adelante, diferentes países que habían sido parte de la URSS, incluidos Ucrania, Uzbekistán y Tayikistán, participaron del rápido desarrollo de la integración euroasiática. Ese proceso de construcción fue vigilado activamente por los estados europeos, mostrando un interés moderado por la influencia de Moscú.
La crisis financiera mundial de 2008 y los diversos desafíos geopolíticos y económicos que le siguieron (principalmente el despliegue de políticas exteriores más potentes por parte de Estados Unidos y China) sirvieron como un impulsor adicional para crear una unión económica completa. El resultado fue el Tratado sobre la UEEA, firmado en 2014 en Astaná entre Rusia, Belarús y Kazajstán. Un año después, la Unión se expandió con las adhesiones de Armenia y Kirguistán, y probablemente incorpore a Uzbekistán en 2020.
Cada miembro tuvo diferentes motivos para decidirse a acompañar la iniciativa de Moscú. Para Armenia, comercio y defensa fueron de la mano, pues al ingresar obtendría tanto incentivos económicos (menores precios energéticos) como garantías de seguridad de Rusia en su largo conflicto con Azerbaiyán. Para Belarús, significaba mejor acceso al mercado ruso, pues depende fuertemente de las importaciones que provienen de Rusia (sobre todo petróleo y gas). Para Kazajistán, segunda economía del bloque, representó la oportunidad de mejorar sus intercambios económicos y mayor cooperación económica, a la vez que ofrecía límites institucionales las pretensiones políticas rusas en detrimento de la soberanía kazaja. Para Kirguistán, jugaron un factor decisivo las significativas remesas que llegan al país de los trabajadores migrantes kirguises en Rusia y Kazajistán.
Por supuesto, en el momento de la creación de la asociación de integración, casi de inmediato surgió la pregunta de cómo sería su base institucional. Aquí, el ejemplo de la Unión Europea (UE) se utilizó como modelo, en particular el sistema de trabajo de la Comisión Europea.
Sin embargo, el sistema de toma de decisiones en la UEEA sigue siendo significativamente diferente del europeo: independientemente de los pesos económico o demográfico, todas las decisiones en la UEEA se toman exclusivamente por consenso, y los participantes tienen el mismo poder de voto. Este diseño buscó evitar situaciones en las que los miembros con las economías más desarrolladas y fuertes pudieran usar su apalancamiento económico para lograr sus propios objetivos políticos en detrimento de otros. De hecho, este es uno de los argumentos más citados por Rusia para refutar las sospechas de que existen "ambiciones imperiales" de Moscú en el proyecto de la UEEA.
La regla del consenso que opera como un posible veto a la hora de determinar las direcciones estratégicas para el desarrollo de la UEEA permitió a los Estados concebir como aceptable la creación de un órgano rector supranacional, la Comisión Económica Euroasiática, en 2012. Así, Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Rusia transfirieron una parte importante de sus poderes al nivel de la Comisión.
Luego de una década de profundización de la integración, es posible medir ciertos resultados. Igual que en la UE, las cuatro “libertades” clásicas están garantizadas casi por completo en la UEEA: circulación de bienes, servicios, capital y mano de obra sin restricciones.
En los primeros años del funcionamiento de la Unión Aduanera, fue posible aumentar sustancialmente, casi el doble, el volumen de comercio mutuo dentro de la unión: pasó de 36,4 mil millones de dólares en 2009 a 64,5 mil millones de dólares en 2013. La crisis de Crimea de 2014 y la baja de los precios internacionales de los hidrocarburos impactaron negativamente en la actividad económica del bloque: todavía no recupera el volumen de comercio de 2011. En este punto se notan fuertes asimetrías, pues el peso de Rusia sigue siendo abrumador en el comercio del bloque (casi el 97%).
En el campo de la regulación técnica, se han adoptado 46 de ellas unificadas: alrededor del 85% de los bienes producidos en los países de la UEEA se rigen por el reglamento técnico de la Unión. Por otra parte, la Comisión continúa liberalizando el sector de servicios, uno de los de más rápido crecimiento del bloque, y que ya representa más del 62% del PIB de la Unión en su conjunto.
Para 2025, se planea crear un mercado financiero único. Este es un trabajo de gran escala y multipropósito, cuya esencia es que cualquier banco, incluido uno extranjero (autorizado) pueda trabajar sin licencias adicionales en otros estados miembros de UEEA. Por lo tanto, los agentes económicos no necesitarán abrir entidades nuevas o crear bancos subsidiarios en otros países de la Unión. En el futuro, esto debería aplicarse no solo a los bancos, sino también a las compañías de seguros y otras instituciones financieras.
Dentro del proyecto está contemplada la creación de un regulador supranacional del mercado financiero. En términos de flujos de capital, la influencia rusa es cada vez mayor: la participación del rublo ruso en la estructura monetaria de los pagos en la UEEA ha aumentado en los últimos 6 años del 56% al 75%. La participación del dólar estadounidense durante el mismo período disminuyó del 35% al 19%.
Además del desarrollo de la integración, la UEEA participa activamente en actividades internacionales y ya en varios formatos interactúa activamente con países extranjeros, asociaciones de integración regional y organizaciones internacionales en diversas regiones del mundo, desde América Latina y África hasta el sudeste asiático. En unos pocos años, la UEEA ha concretado acuerdos con otros países tendientes a la formación de una zona de libre comercio: Vietnam, China, Irán, Serbia, Singapur e Indonesia.
Por lo tanto, durante cinco años, la Unión Económica Euroasiática se ha convertido en una asociación de integración relativamente exitosa y con un futuro promisorio. Sin embargo, las desigualdades dentro del bloque hacen que la UEEA siga siendo en buena medida una gran herramienta para la proyección regional e internacional de Rusia.