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INDIA, O CÓMO PIVOTAR EN LA CRISIS

  • Foto del escritor: Embajada Abierta
    Embajada Abierta
  • hace 2 horas
  • 5 Min. de lectura

El país más poblado y quinta economía mundial vuelve a dar muestras de cómo articular los intereses nacionales con las presiones de naciones más poderosas como EEUU y China, enzarzadas en una guerra comercial de alcance global y resultado incierto, ante la cual responde con un no alineamiento pragmático. 


La guerra comercial desatada por Estados Unidos, con foco principal en China, ha puesto al resto de los países ante disyuntivas geopolíticas, incluso para grandes economías como la de India, cuya tradición de “autonomía estratégica” le permite volver a pivotar una gran crisis sin alinearse automáticamente.


La comprometida participación de India en el grupo de los BRICS (con China, Brasil, Rusia y aliados menores) y su abierto desafío a la hegemonía del dólar mientras comparte con EEUU la estratégica alianza indopacífica QUAD (con Japón y Australia) y negocia con Washington un acuerdo de libre comercio  resumen el corazón de la política exterior del país, ya quinta potencia económica mundial.


India tiene en China no sólo un antiguo vecino del que la separan 3.400 kilómetros de frontera sin demarcar motivo de constantes choques armados (los últimos en 2022), especialmente en la región del Tibet, sino un competidor económico que se ha desarrollado mucho mejor, aunque ya lo superó en población desde 2023.


A su vez, rivaliza con EEUU -su más importante socio comercial- en la principal carrera del siglo, la tecnológica. Su desarrollo y amenazante capacidad exportadora de servicios en el sector basada en recursos humanos, paradójicamente, alimentaron el éxito de la revolución de software simbolizada por Silicon Valley.


Esa es la situación relativa de India, quinta economía, la de más rápido crecimiento (6%) y, ella misma, con un nivel de protección comercial bastante alto: sólo representa el 2% del comercio mundial y descansa en su inmenso mercado interno, pese al gran giro aperturista que dio el país en los 90, moderado desde 2008.



Heridas menores



Desde que el nacionalista Modi llegó al poder, hace una década, su obsesión ha sido la de limitar la apertura neoliberal a la que fue sometida la economía india en los 90 y combinarla con un desarrollo industrial autónomo y moderno que le permita disputarle a China la condición de gran fábrica global. 


Desde aquellas reformas y las que siguieron con Modi, el porcentaje de su población en la pobreza extrema se redujo del 46% en 1990 a sólo el 9%. Entre 1990 y 2023, la cuota de India en las exportaciones mundiales de bienes se triplicó, del 0,5% al 1,8%, y el país pasó de ser el 34º mayor exportador de bienes al 17º. En servicios, India representa el 4,3% de las exportaciones mundiales  (7°).


Sin embargo, a nivel de productividad industrial India sigue detrás de China (84%, llevados a 245%) y Vietnam (46%), grandes blancos por ello de la cruzada arancelaria de Trump, quien recibió a Modi en Washington en los mismos días en que desataba la guerra comercial. Muchos creyeron que India podría quedar a salvo de la andanada de aranceles y podría sacar provecho de la situación. Fue así, sólo en parte y con matices.


India terminó figurando entre los países con aranceles más altos impuestos por Trump, con 26% cuando por ejemplo América Latina recibió un mínimo de 10% y México y Canadá quedaron directamente exceptuados. Pero a los pocos días la economía india terminó incluida en la “pausa” de 90 días concedida por EEUU para resolverlo a través de negociaciones bilaterales. Y Modi nunca tomó represalias.


La guerra EEUU-China abre “una oportunidad significativa para el comercio y la industria nacional” y dará impulso a la campaña “Make in India”, cuando las manufacturas han retrocedido del 15% al 13% frente a servicios y el agro en su porción del PIB. La economía china es cinco veces la india y la industria representa 25% de la mayoría de las de Asia Oriental.


A su vez, Trump venía de definir a India como “un rey de los aranceles”, por su tasa arancelaria aplicada promedio de nación más favorecida, que es de 17%,  y sobre los productos agrícolas, de 113,1%. Si las confirma, sin embargo, sólo recortaría las exportaciones a EEUU en un 6% y las reorientaría, por ejemplo, a Europa.


En ese contexto, es que en su cumbre de febrero en Washington los presidentes Trump y Modi discutieron un acuerdo de libre comercio y duplicar el intercambio hasta los 500.000 millones de dólares para 2030. India, por su parte, redujo aranceles al bourbon estadounidense y a motocicletas de gran cilindrada.


La cumbre no fue sólo con agenda económica, lo cual observó seguramente China. 

Trump anunció la ampliación de las ventas militares a India a partir de 2025, incluyendo aviones F-35, y un aumento de las exportaciones de petróleo y gas para reducir el déficit comercial. 


Hasta ahí, India tiene déficits con la mayoría de sus socios comerciales, pero tiene un superávit de USD 46.000 millones con EEUU. Un  20% de las exportaciones de bienes de la India de 432.000 millones en 2023 fueron a EEUU, también el mayor mercado para los 338.000 millones en exportaciones de servicios indios y mayor fuente de los 119.000 millones anuales en remesas de indios en el extranjero.


La otra relación



En ese despliegue de autonomía estratégica, la India de Modi no deja de apostar al proyecto estratégico del grupo BRICS ampliado, cuyos avances en el desarrollo de una divisa propia para operar entre sus miembros supone una amenaza directa a la hegemonía del dólar, todavía principal moneda de reserva mundial.


Con casi la mitad de la población mundial y un tercio del PIB global, el grupo BRICS entra en una etapa “adulta” caracterizada por un proceso de ampliación de sus miembros y el impulso a relaciones comerciales y financieras por fuera del sistema económico global basado en el dólar estadounidense desde la posguerra.


Los 10 países del BRICS+ representan 35,6% del PIB mundial en términos de paridad de poder adquisitivo o PPP (más que el 30,3% del G-7) y el 45% de la población mundial (el G-7 representa menos del 10%), estima  Foreign Affairs.


La influencia china aumentó en países vecinos de India como Nepal, Bangladesh y Sri Lanka y la Iniciativa de la Franja y la Ruta y la financiación de infraestructura en la región la llevó al terreno económico. 


Ante ello, guiada por el mutuo recelo histórico, India resiste que China invierta en amplios sectores de su economía, como las infraestructuras de telecomunicaciones, los vehículos eléctricos, las nuevas empresas tecnológicas y la contratación pública. 


Tras otro de sus enfrentamientos fronterizos, en 2020, India prohibió TikTok y docenas de otras aplicaciones chinas. Los 16.700 millones de dólares que India exportó a China en 2023 -principalmente minerales, productos químicos y mariscos- representaron apenas una quinta parte de sus exportaciones a Estados Unidos.


Ello no le evita a India los reproches de EEUU por negarse a convertir la alianza QUAD, con la que Washington pretende contrarrestar la influencia de China en el Indopacífico, en una coalición de defensa más que de cooperación. EEUU terminó creando la SQUAD, con Japón, Australia y Filipinas. 


Tras el estallido de la guerra en Ucrania, el no alineamiento transaccional de India le sirvió a Rusia, con la que evitó romper y, al contrario, profundizar las relaciones energéticas y cooperación en seguridad, defensa y desarrollo nuclear. Por la guerra en Ucrania, el 40% del gas ruso fue exportado a India.



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