Taiwán tiene una historia marcada por cambios de poder y tensiones geopolíticas. La isla fue territorio imperial chino hasta 1898, cuando pasó a manos de Japón tras la guerra sino-japonesa. Años después, Chiang Kai-shek, líder del Partido Nacionalista Chino (KMT), y Mao Tse-tung, del Partido Comunista Chino, comenzaron a disputarla.
En 1943, los Aliados acordaron que, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Japón devolvería Taiwán a China, entonces gobernada por el KMT. En ese momento, la isla ya
era una potencia manufacturera con una economía floreciente dentro del imperio japonés. El idioma japonés y su cultura eran parte de la vida cotidiana.
La llegada de Mao al poder en 1949 cambió el panorama. Derrotado en la guerra civil, el KMT huyó a Taiwán, llevándose al gobierno de la República de China (RDC). Mientras tanto, Mao proclamaba la República Popular China (RPC) en el continente. Desde entonces, la RPC considera a Taiwán una provincia rebelde que debe ser reunificada,
mientras que la RDC se consolidó como un estado aparte.
El KMT se halló con una isla sin cicatrices de guerra y muy desarrollada, pero con cultura y lenguaje japonés.
Comenzó una campaña de terrorismo de estado y de
purga de elementos culturales japoneses. El mandarín se volvió el lenguaje oficial y obligatorio.
Durante la Guerra Fría, Taiwán se convirtió en un aliado clave de Estados Unidos, que la veía como un baluarte contra el comunismo. EN 1954, Estados Unidos y Taiwan
firmaron un tratado de defensa mutua. Esto supuso para Taipei beneficios económicos y reconocimiento internacional. Por su parte, China tenía el respaldo de la Unión Soviética. Esta situación creó un equilibrio tenso, que incluyó crisis como los bombardeos chinos sobre las islas exteriores de Taiwán en los años 50.
El panorama dio un giro en los 70, cuando Estados Unidos, bajo la gestión del presidente Nixon, buscó mejorar sus relaciones con China para contrarrestar a la URSS.
Así, el tratado de defensa mutua debía desaparecer. Ello ocurrió en 1979 durante la presidencia Carter, quien también dispuso el abandono del reconocimiento oficial de
Taiwan. Si bien Washington mantuvo la venta de armas a la isla, este cambio impactó en la legitimidad del KMT, que comenzó a perder apoyo interno.
En los años 80, Taiwán inició una transición democrática. Chiang Ching-kuo, hijo de Chiang Kai-shek, levantó la ley marcial y permitió la formación de partidos políticos, dando lugar al nacimiento del opositor Partido Progresista Democrático (PPD), a la vez que inauguró su doctrina de diplomacia informal con el mundo.
Chiang falledió en 1988 y fue sucedido por Lee Teng-hui.
En 1996, Taiwán celebró sus primeras elecciones p presidenciales directas, resultando vencedor el Kuomintang (KMT) con la candidatura del propio Lee Teng-hui.
Mientras tanto, las relaciones entre China y Estados Unidos pasaban por altibajos. Los sucesos de Tiananmén en 1989 y la venta de modernos aviones de combate estadounidenses a Taiwán en los 90 tensaron la situación.
El presidente Clinton buscó un acercamiento con China, reafirmó los “tres no”: no al concepto de dos Chinas, no a
la independencia de Taiwán, y no a su ingreso a organismos internacionales estatales.
En el siglo XXI, el Partido Progresista Democrático (PPD) ganó protagonismo con líderes como Chen Shui-bian, quien promovió una identidad taiwanesa distinta a la china. Sin embargo, enfrentó presión tanto de Beijing como de Washington, lo que llevó al KMT a retomar el poder en 2008 y de nuevo en 2012. La vuelta del KMT significó que Taiwán rechazaba, a la vez, reunificación e independencia.
Pero en 2016, el PPD volvió al gobierno con Tsai Ing-wen, la primera mujer presidente de la isla, quien se enfocó en la economía y evitó discutir la independencia. El presidente Trump decidió romper el protocolo y acercarse a Taiwán mediante gestos y armas. Tsai fue reelecta en 2020.
Durante su mandato, Taiwán fortaleció su industria de semiconductores y lideró un rearme bélico de la isla reforzando su defensa militar frente a las crecientes maniobras de Beijing.
Finalmente, en 2024, Lai Ching-te, también del PPD, asumió la presidencia. A pesar de las tensiones con China y la injerencia en redes sociales, Taiwán sigue siendo un actor clave en el tablero global, con el respaldo de Estados Unidos y un papel crucial en la economía tecnológica mundial.
Publicado el 12/1/2025