La nueva candidata demócrata tiene antecedentes como senadora y vicepresidenta que ofrecen pistas claras sobre qué dirección le imprimiría a la política exterior de Estados Unidos si llega al Salón Oval: debería tomar decisiones sobre China, los conflictos en Ucrania y Gaza y los desafíos globales más relevantes.
Kamala Harris llegó a la política por su carrera como fiscal general en California, pero sus trayectorias como senadora y como vicepresidenta le dieron bastante experiencia en política exterior y entregan evidencia de cómo sería su política exterior si sucediera a Joe Biden, una combinación de continuidades y cambios.
Los antecedentes y las posiciones declaradas de Harris ante la Convención Demócrata que proclamó su fórmula con Tim Walz -un progresista conocedor de China y crítico con Israel- ofrecen pistas sobre la Doctrina Harris, en el marco de las líneas de fondo estables del Departamento de Estado.
En la última Conferencia de Seguridad de Múnich, la vicepresidenta dijo a los aliados: "Es de interés fundamental para el pueblo estadounidense que Estados Unidos cumpla con nuestro antiguo papel de liderazgo global". Ante la Convención, reafirmó: “Como comandante en jefe, me aseguraré de que Estados Unidos tenga siempre la fuerza de combate más fuerte y letal del mundo”.
Es difícil imaginar, que al margen del tono y las prácticas que diferencien una administración de Harris de otra de Trump, los intereses estadounidenses cambien en lo fundamental para republicanos y demócratas en asuntos como la rivalidad y competencia con China, el sostén de Israel, la lucha contra el terrorismo, el apoyo a Ucrania frente a Rusia o la inmigración en la frontera sur.
Sin embargo, hay matices políticos en el entusiasta ascenso de Harris a la candidatura presidencial -resolvió la interna partidaria y ganó la voluntad de las bases a velocidad inesperada tras el retiro de Biden- que condicionan su discurso y lo harán con su gestión, como el ruidoso descontento universitario con la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza hace pocas semanas.
Durante sus cuatro años en el Senado, Harris fue miembro de los comités de Inteligencia y Seguridad Nacional del Senado, donde su trabajo fue reconocido por sus pares. También visitó Afganistán, Irak, Jordania e Israel en 2017 y 2018. Como vicepresidenta, asistió cada día a la sala de situaciones durante cuatro años cuando se trataron asuntos relevantes de política exterior y en cada visita de Jefes de Estado. Antes había asesorado a Obama.
Harris desarrolló una buena relación con el secretario de Estado, Antony Blinken, a fuerza de reuniones regulares pero reservadas. Blinken se refirió a Harris como una “voz muy fuerte, muy efectiva y profundamente respetada en todo el mundo”.
Mientras Biden (81) creció políticamente bajo la Guerra Fría y observa el mundo en blanco y negro, democracias-autocracias como formulación de fondo, Kamala (59) cree que ese enfoque no ayuda necesariamente a Estados Unidos en la práctica y que, en cambio, necesita ampliar sus alianzas en estructuras multilaterales. Por su edad Kamala le da más importancia a cuestiones globales como la Inteligencia Artificial, el cambio climático y a regiones como África por su potencial demográfico.
Como vicepresidenta ha visitado Europa, Asia y África, y su asesor de seguridad nacional, Philip Gordon, es un experto en asuntos europeos y de Oriente Próximo que ha trabajado en anteriores gobiernos demócratas.
En contraste con la diplomacia personalista y aislacionista que promete reeditar en lo básico Trump, el entorno de Harris está dominado por internacionalistas más característicos de las administraciones de Bill Clinton y Barack Obama, aunque un dato biográfico es de considerar: Harris sería la primera jefa de la Casa Blanca educada políticamente con una formación de post Guerra Fría.
“He hecho frente a las amenazas a nuestra seguridad, he negociado con líderes extranjeros, reforzado nuestras alianzas y me he comprometido con nuestras valientes tropas en el extranjero”, dijo orgullosa, a los delegados demócratas.
Matthew Duss lo resume así: "Aunque nadie espera que Harris se distancie drásticamente de Biden, hay pasos que puede dar para demostrar que habla en nombre del Partido Demócrata de hoy y no del de hace 40 años".
A continuación, un repaso de sus posiciones en los asuntos más importante de la agenda exterior estadounidense:
Asia y China
Desde Obama en adelante, con distintos matices, las administraciones republicanas y demócratas han sostenido una línea común de contención del ascenso de China en lo económico, tecnológico y militar, a través de pactos con aliados y de sanciones y acciones unilaterales. Muy difícilmente Harris altere esa hoja de ruta.
En el caso de China, Kamala está muy alineada con Biden en cuestiones como la comercial y de seguridad, pero retoma con más fuerza el Giro a Asia (Pivot to Asia) que inauguró la Administración Obama.
Como senadora, Harris criticó la gestión de Trump, a quien responsabilizó de “perder la guerra comercial” pero también es partidaria del “de-risking” ensayado por Biden para reducir riesgo y exposición ante China de Estados Unidos y sus aliados.
"Me aseguraré -proclamó en la Convención Demócrata de Chicago- de que lideremos el mundo hacia el futuro en materia espacial y de inteligencia artificial. De que Estados Unidos, y no China, gane la competencia del Siglo XXI y de que reforcemos, y no renunciemos, a nuestro liderazgo mundial”.
Con su voto y apoyo bipartidista, se aprobó una Ley de Política de Derechos Humanos Uigures en Xinjiang sancionada bajo Trump. En 2022 expresó su apoyo a “la autodefensa de Taiwán, según nuestra política de largo plazo”.
Como vicepresidenta, Harris se entrevistó con el presidente Xi Jinping (Cumbre de la ASEAN Bangkok 2022) pero también con el de Taiwán, Lai Ching-te. A Xi lo instó a “mantener líneas de comunicación abiertas para gestionar responsablemente la competencia entre nuestros países”. Después, criticó el acoso de China a los buques filipinos en el Mar de China Meridional.
En un debate de las primarias de septiembre de 2019, cuando competía como candidata con Biden, la actual vicepresidenta dijo sobre China: “Roban nuestros productos, incluida nuestra propiedad intelectual. Introducen en nuestra economía productos de calidad inferior. Deben rendir cuentas”. Aun así, criticó los aranceles a China de Trump y negó ser una “demócrata proteccionista”, incluso cuando Biden mantuvo básicamente las sanciones a Beijing.
“La política de Biden hacia China es en cierto modo un reflejo del consenso demócrata”, dijo Rick Waters, director de Eurasia Group. “No esperemos políticas muy diferentes de Harris hacia China. La arquitectura está bastante definida”.
Por ahora no está claro si Harris está de acuerdo con la promesa de Biden de defender a Taiwán si fuera atacado, o si mantendría una postura más vaga preferida por presidentes anteriores. Si apoya ampliar los controles de exportación para bloquear el acceso de China a la tecnología estadounidense avanzada o aliviaría algunos de los aranceles que perjudican a las industrias en Estados Unidos.
Como detalle, su vice en la fórmula, Tim Walz, tiene mucha más experiencia personal en este terreno que Harris. En 1990, viajó a China tras la masacre de Tiananmen (1989), la primera de las 30 visitas que hizo al gigante asiático como educador, empresario y político.
Medio Oriente y Gaza
Ya lanzada como candidata presidencial, Harris faltó al discurso ante el Congreso que dio en agosto el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a quien demanda un cese del fuego en Gaza para poner fin a la muerte de civiles inocentes, en línea con buena parte de las bases demócratas más progresistas, sin por ello cuestionar el derecho de Israel a combatir el terrorismo de Hamás y otros grupos islamistas.
Harris recibió un día después a Netanyahu y declaró: "Lo que ha ocurrido en Gaza en los últimos nueve meses es devastador”. Lo reafirmó al aceptar la nominación demócrata: “Tantas vidas inocentes perdidas. Personas desesperadas y hambrientas que huyen una y otra vez en busca de seguridad. La magnitud del sufrimiento es desgarradora”, y apoyó un cese del fuego con liberación de rehenes, aunque sin hacer mención del derecho palestino a un Estado propio.
Biden es considerado el último presidente demócrata que se autodenomina "sionista", parte de una generación que recuerda los primeros años de Israel como una democracia desvalida que luchaba por sobrevivir frente a adversarios árabes. Pero Harris (su marido es judío) creció viendo a Israel como potencia dominante de Medio Oriente y a los palestinos sin Estado y víctimas de abusos.
Los analistas esperan que una Administración Harris insista en encontrar un equilibrio entre Israel y los países árabes en Medio Oriente, como el que inició Trump con los Acuerdos de Abraham. Pero Obama, Trump y Biden fracasaron en su intento de estabilizar la región para poder concentrar su atención en China, debido a que los acontecimientos terminan superando cualquier marco de intervención.
La alianza histórica con Israel está fuera de discusión (la propia Harris la definió en 2023 como “inquebrantable” y Biden -ya retirado como candidato- aprobó 20.000 millones de dólares en ventas de aviones y misiles a Israel), aunque este último conflicto estreche los márgenes de maniobra de Tel Aviv.
Pero según el historiador Arash Azizi, el approach de Harris para la región no es obvio. “Es una candidata difícil de definir, políticamente versátil, lo que la ha beneficiado hasta ahora permitiendo que todas las alas del Partido Demócrata vean en ella lo que les gusta. Los detractores del apoyo incondicional de Biden a Israel esperan que sea más receptiva a la presión de la izquierda, mientras los centristas consideran tranquilizador su historial en el Senado, siempre favorable a Israel”.
En cuanto a Irán, que después del intercambio de ataques directos con Israel entró todavía con más fuerza en el conflicto de la región, Harris confrontaría una alianza reforzada de Teherán con China, Rusia y Corea del Norte, aliciente para el desarrollo nuclear que el acuerdo internacional de 2015 intentó controlar.
Harris sólo puede encontrar un resquicio de distensión en el reformista Masoud Pezeshkian, elegido presidente de Irán tras la muerte de Mohammad Raisi, pero avisó en la Convención: “Nunca dudaré en emprender cualquier acción que sea necesaria para defender nuestras fuerzas y nuestros intereses contra Irán y los terroristas respaldados por Irán”.
Después de que la muerte de Mahsa Amini, una mujer kurda iraní de 22 años, bajo custodia en 2022 desató protestas a nivel nacional en Irán, Harris presionó para que la comunidad internacional se uniera en apoyo de las mujeres iraníes y amplificara su mensaje. Ella fue la voz principal en el esfuerzo de Estados Unidos para sacar a Irán de la Comisión de la ONU sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer.
Pero, como senadora, también condenó un ataque militar de enero de 2020 contra el alto general iraní Qassem Soleimani y copatrocinó una legislación infructuosa para bloquear nuevas acciones militares contra líderes y objetivos iraníes.
Ucrania y Rusia
Harris ha reiterado en estos días su apoyo incondicional a Ucrania en su guerra contra Rusia, a la que acusa de cometer crímenes de lesa humanidad y le exige rendir cuentas. En junio, fue quien representó a Estados Unidos en la Cumbre por la Paz en Ucrania, donde mantuvo una sexta reunión con Volodimir Zelensky.
Harris afirmó que Ucrania puede seguir contando con el apoyo de Washington mientras dure la guerra -”necesita nuestro apoyo y debemos dárselo"- y en la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich reiteró la promesa de la administración Biden de apoyar a Ucrania durante "el tiempo que sea necesario".
Harris criticó a Trump por su afirmación de que retiraría a Estados Unidos de la alianza militar transatlántica OTAN. "Donald Trump ha abrazado a Vladimir Putin”, afirmó, cuando el expresidente especuló con animar al presidente ruso a atacar a los propios aliados de Washington. La alianza con Ucrania es “inquebrantable” y el apoyo a la OTAN “sacrosanto”, definió.
El compromiso de Estados Unidos con la OTAN es “inquebrantable” y “férreo”, dijo en un discurso pronunciado en febrero de 2022 en Múnich, apenas cinco días antes de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia. “Me mantendré firme junto a Ucrani y a la OTAN”, insistió en Chicago.
También había dicho que el compromiso de autodefensa del Artículo 5 de la OTAN, que Trump ha amenazado con no cumplir para los aliados que no cumplan con la marca de gasto del 2 por ciento del PIB de la alianza, es “sacrosanto”.
India, origen familiar
Harris, de madre india (Shyamala Gopalan, nacida en el estado sureño de Tamil Nadu), ha criticado al gobierno del nacionalista Narendra Modi por sus ataques a las minorías musulmanas en el país, aunque su relación con el primer ministro se recompuso en un viaje que hizo a Washington en 20203.
Es improbable que una Administración Harris deje de estrechar las relaciones con India, a la que Biden -con fuerte apoyo bipartidista en el Congreso- trató como un contrapeso de la influencia de China y un socio clave en la estrategia más amplia de Estados Unidos en el Indo-Pacífico, pese a las relaciones económicas de Nueva Delhi con Rusia desde la guerra en Ucrania (compra de petróleo).
Como senadora, Harris cuestionó que se anulara el estatus especial para el antiguo estado de Jammu y Cachemira, y criticó también la Ley de Ciudadanía en favor de refugiados pero que excluyó a los musulmanes. “Tenemos que recordar a los habitantes de Cachemira que no están solos en el mundo”, dijo en 2019. “Es necesario intervenir si la situación lo exige”.
“Conozco por experiencia personal y por mi familia el compromiso del pueblo indio con la democracia”, le comentó a Modi públicamente durante su visita a India en 2021, “y lo que hay que hacer para que podamos comenzar a imaginar y luego lograr nuestra visión de los principios e instituciones democráticas”.
Según el New York Times, la campaña de Harris podría beneficiarse económicamente de los indios estadounidenses, que representan el 1% de la población estadounidense pero son una comunidad rica e influyente de la diáspora. En 2020, esa comunidad aportó millones de dólares al Fondo para la victoria de Biden, motivada por la elección de Harris como vicepresidenta de la fórmula.
Comercio y aranceles
Como senador, Harris ha abogado por una visión del comercio centrada en los trabajadores, respetuosa con el medio ambiente y económicamente alfabetizada que encaja bastante cómodamente en el Partido Demócrata de hoy y contrasta con las posiciones de Trump.
Harris criticó los aranceles de Trump durante su mandato pero Biden básicamente los mantuvo y agregó nuevos relacionados con la gran batalla tecnológica que libran las dos grandes economías mundiales, y también en el área de seguridad. Harris debería dejar atrás sus cuestionamientos al tratado de libre comercio T-MEC con Canadá y México (ella fue uno de los 10 senadores que votaron en contra en 2020), que había criticado por falta de protección laboral y ambiental.
Expertos en comercio previenen que si resulta elegida, Harris y su vice progresista Walz impulsarían un enfoque del comercio como herramienta para luchar contra el cambio climático, por ejemplo, logrando acuerdos más limitados que fomenten el intercambio de productos más limpios y eleven barreras a los más contaminantes. Biden fracasó en hacerlo con la UE pero Harris podría volver a intentarlo.
Para muchos demócratas, los acuerdos de libre comercio son responsables de localizar empleos propios en otros países, un problema que Harris se ha comprometido a enfrentar y deberá responder para mantener el apoyo sindical que recibió su fórmula apenas lanzada.
África
Como vicepresidenta, dedicó una semana a recorrer Ghana, Tanzania y Zambia en 2023. "Estoy segura de que el ingenio y la innovación africanos darán forma al futuro del mundo", declaró, mientras planteaba al presidente ganés, Nana Akufo-Adda que su recorte de los derechos de homosexuales en el país era una cuestión de derechos humanos que Estados Unidos no pensaba dejar de lado.
El compromiso especial que Harris siente con África -su padre jamaiquino es de ascendencia africana- la involucró en una asociación destinada a llevar el acceso a Internet al 80% del continente (mil millones de personas) para 2030.
Pero la ola de golpes militares nacionalistas en la Franja del Sahel, una región de creciente resentimiento con Francia y otras metrópolis de la época colonial, además castigada por el terrorismo yihadista y la violencia tribal, desafiarán la intención de Harris de darle una mayor protagonismo a las relaciones con el continente.
En 2022, en una cumbre de líderes entre Estados Unidos y África en Washington, Biden prometió visitar el continente en 2023 pero nunca lo hizo. Si Harris continúa la línea de esta administración, mantendrá un discurso a favor de las democracias pero más preocupado por la influencia económico-militar de China y Rusia.
Una nueva administración demócrata arrastraría la herenciade un discurso pro democrático sólo formal, mientras la política exterior real hacia África se apoyaba en acuerdos de seguridad con gobiernos autoritarios que ni lograron reducir la actividad terrorista o resolver conflictos intestinos graves como el de Sudán, ni frenaron las influencias rusa y china.
Migración desde América Latina
Biden asignó a su vicepresidenta Harris la tarea de abordar las causas profundas de la migración en América Central (pobreza, crimen y corrupción), lo que le mereció que los republicanos la etiquetaran como una “zarina de las fronteras” y concentrar sus críticas por la falta de resultados.
El de Harris fue un enfoque a largo plazo (y limitado) para una crisis humanitaria. La la migración del llamado Triángulo Norte disminuyó, pero aumentó desde otros países para empeorar la emergencia en lo inmediato.
“Tenemos muy claro que tenemos un sistema de inmigración roto y que tenemos que arreglarlo. Sabemos lo que se necesita para arreglarlo: una reforma integral. Eso incluye una fuerte seguridad fronteriza y un camino ganado hacia la ciudadanía", replicó Harris, quien como candidata apoya ahora la política de deportación sin asilo de migrantes que instrumentó Biden este año y que bajó a su nivel más bajo en tres años los cruces ilegales en la frontera con México.
La tarea de Harris como vice fue encabezar los esfuerzos de la administración Biden para colaborar con tres países centroamericanos (Honduras, Guatemala y El Salvador) y liderar una iniciativa que tenía que ver con la inversión privada en esos países, con 5.200 millones de dólares de financiación que consiguió.
“Quiero dejar claro a las personas de esta región que están pensando en hacer ese peligroso viaje hasta la frontera con México: No vengas, no vengas”, declaró Harris, criticada por progresistas y grupos de defensa de los inmigrantes.
Ante la Convención Demócrata, la vicepresidenta empezó por reafirmar “la orgullosa herencia como nación de inmigrantes” pero insistió en que reflotará el proyecto bipartidista petardeado por el trumpismo en el Congreso:
“Permítanme ser clara: después de décadas en el cumplimiento de la ley (como fiscal de California), conozco la importancia de la seguridad y la protección, especialmente en nuestra frontera”.
Publicado el 21/08/2024